Ya he comentado anteriormente que en muchas de mis recetas utilizo los productos que salen del huerto que tienen mis padres en el pueblo. Pues estos caracoles también son criados allí.
Pero tengo que reconocer que cuando mi madre me los dio, ya estaban cocidos, y gracias jeje, porque ya me imaginaba a los caracoles escapándose del recipiente y repartiéndose por mi coche de camino a mi casa. Y bueno, ya sé que dicen que la baba de caracol es buena para las arrugas, pero mi coche todavía es joven, así que lo prefiero sin babas.
En el mercado, creo que se compran ya cocidos, pero por si vais al campo y cogéis caracoles o los compráis vivos, os explico que antes de cocinarlos hay que dejarlos un par de días, o tres, metidos en un cubo con un puñado de harina y tapados con una red (con cuidado de que no se puedan escapar), para que suelten toda la porquería que llevan dentro, y cuando se cocinen estén lo más “limpitos” por dentro, después se lavan bien en abundante agua. Se cuecen unos 20 min. con sal, media cebolla y dos hojas de laurel, echándolos en el agua cuando todavía está fría y vigilando que no se salgan de la olla, que es fácil que ocurra.
Ingredientes: 1Kg. de caracoles cocidos, 2 cebollas no muy grandes, 2 dientes de ajo, perejil, 1 cucharada de pimentón picante y media del dulce, 1 cucharadita de comino molido, 4 cucharadas de tomate frito, 75gr. de taquitos de jamón, orégano y una hoja de laurel.
Picar las cebollas, machacar en el mortero los ajos con el perejil y ponerlo al fuego para dorarlo. Añadir el pimentón, el comino y los taquitos de jamón. Después, el tomate frito, el orégano, un chorrito de agua y la hoja de laurel. Incorporar los caracoles y dejar cocer a fuego lento unos 20 min. (Si se ve que se queda demasiado seco, añadir un chorrito de agua y un poco más de tomate frito). Dejar reposar el guiso un par de días en la nevera para que se integren bien todos los sabores.